viernes, 3 de octubre de 2008

TESIS SOBRE EL RACISMO:

Sociólogo Gonzalo Portocarrero: "Nuestro racismo tiene peculiaridades que no son fáciles de descubrir porque justamente están cubiertas por el manto invisible del mestizaje."


Aunque no tenga un significado preciso la palabra “racismo” denuncia el fenómeno que designa. Es decir, hace visible y critica la vigencia de un espíritu antidemocrático. La actitud que clasifica y valora a las personas no según sus méritos y logros sino de acuerdo a su apariencia física. La generalización de este vocablo ha permitido poner en evidencia el trasfondo colonial de la sociedad peruana, convirtiendo en sentido común la idea de que la discriminación es una realidad que nos aleja del sentimiento de conciudadanía que es el verdadero fundamento para la prevalencia de la ley y para posibilitar una acción colectiva de veras fecunda.
Pero la cuestión del racismo es polémica. Entonces conviene delimitar lo que podría llamarse un consenso mínimo. Para ello propongo seis puntos. Primero: el racismo es un criterio entre otros para clasificar a las personas. La valoración social de un individuo depende de una síntesis de factores entre los que la apariencia física es sólo uno de ellos y no es el definitivo. Alguien puede ser muy estimado por sus educación, arreglo personal, nivel económico aunque sus rasgos no sean los más prestigiosos. Y a la inversa: alguien de muy “buen aspecto” puede ser menos valorado por su falta de educación o pobreza. Segundo: el racismo tiene en la actualidad un fundamento “estético”. Es decir la persona de rasgos blancos es más valorada porque nos parece más bella. El discurso publicitario nos enseña a preferir esos rasgos. De allí que nos esforcemos por parecer más blancos de lo que realmente somos. Nos pintamos el pelo o, por ejemplo, si ya somos morenos, evitamos exponernos al sol. O soñamos con el muchacho o la muchacha blanca y rubia que es nuestro modelo de deseabilidad social. Tercero: el racismo implica un entramado complejo de sentimientos. Desde lo blanco y “superior”: desprecio y ninguneo pero también culpa. Desde lo más oscuro e “inferior”: envidia, resentimiento, admiración. Cuarto: en el Perú el mestizaje es sustancial pero paradójicamente la mezcla no implica la desaparición del racismo. Es decir en nuestro país la mayoría de la gente no tiene una apariencia racial marcada. Lo que tenemos es una gradiente que va de lo más occidental a lo más cholo. Entonces tenemos una suerte de racismo “personalizado”. En un contexto una persona puede ser considerada como blanca y muy deseable, pero en otro contexto esa misma persona puede ser apreciada como impostada y “huachafa”. Todo depende de quien tengamos al frente. Quinto: el racismo está disminuyendo a medida en que tomamos conciencia de su efecto depresivo sobre nuestra autoestima y aprendemos a resistir el colonialismo que nos subyuga. Ha comenzado a surgir una belleza chola. Es así que la “gente de la farándula” ya no necesita disfrazarse para resultar atractiva. Sexto: pese a todos los avances el racismo persiste especialmente en la negación de derechos de la población rural andina. La evidencia dolorosa y contundente es lo poco que importan las casi 70,000 personas que murieron a causa del conflicto interno.
En resumen el racismo pone en evidencia la matriz colonial de la sociedad peruana, la falta de solidaridad, la debilidad de los vínculos sociales y, conjugado con la globalización, facilita el predominio de un individualismo cínico y transgresor.

Fuente: http://gonzaloportocarrero.blogsome.com

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